"El abuelo que saltó por la ventana" o el elogio a la literatura

El abuelo que saltó por la venta y se largó. Jonas Jonasson
1ª edición libro electrónico. Epub. Mayo 2012

Esta novela seguramente está triunfando en todo el continente porque atesora indudables valores que cualquier lector agradece, al menos de vez en cuando: facilidad de lectura, ironía, cuando no humor, enredo, personajes bien caracterizados y con fuerza y vida propias, y, a pesar de entrar en todos los asuntos en los que entra, uno sale de ella con la sensación de no haber atravesado un campo de minas para el ánimo e incluso la autoestima en cuanto a la pertenencia no sufre menoscabo como suele ocurrir en aquellas novelas que afrontan más o menos directamente las diferentes guerras que han asolado nuestro planeta en el último siglo.

Desde el capítulo cuarto de la historia, me ha recordado la técnica usada en La vida de Brian: mismo humor y situación similar: alguien que no tiene que ver con la trama principal de la Historia (esa que está en los libros y que más o menos —más bien menos— todos conocemos), pero que está siempre que sucede algo trascendental. Por otra parte, esto último no es un invento de Jonasson, la literatura ha dado cientos de ejemplos de este tema —me refiero a que un personaje de ficción esté justo en el momento en que sucede algo trascendental para la historia—, por ejemplo, y por no ir muy lejos de nuestro país, Galdós al escribir sus Episodios nacionales. Eso sí, a nuestro escritor, le
faltaba este sentido del humor que a veces llega al sarcasmo del autor sueco.

Pero me parece que esta primera lectura es un truco que utiliza el escritor para que entremos en asuntos realmente tremendos sin que parezca que lo estamos haciendo.

No es necesario que aquí haga referencia a todo el repaso del horror que vivió la humanidad durante el siglo pasado. Todos cuantos aquí vengamos hemos leído el libro, por tanto me puedo ahorrar lo relacionado con la trama y el argumento.

Como dice Mariluz González en la reseña que precede a ésta, no es intención de Jonas Jonasson criticar o analizar lo sucedido. Ni siquiera pretende ser respetuoso con la historia. Simplemente pretende que nos asomemos y que de algún modo podamos dar gracias porque este mundo siga con habitantes sobre su superficie, pues con toda la sangre que riega sus tierras y todos los cadáveres que a deshoras comenzaron a poblar sus entrañas, no deja de ser milagrosa —más milagrosa aún— la vida.

Además de la cantidad de sonrisas que nos regala el texto, además de que pueda servir para sacarnos de los problemas cotidianos que a todos en mayor o menor medida nos azoran, creo que Jonasson pretende demostrar que la vida hay que cogerla como viene, e intentar sacar de ella su máximo jugo. Sólo cuando ya es imposible nos invita a saltar por la ventana, volar nuestra vivienda, viajar a la otra parte del mundo o emborracharnos con cualquier mandatario mundial, porque con un buen aguardiente no hay problema o diferencia que no pueda desaparecer.

Y el caso es que al final a uno le queda la duda de saber qué es más real: si las aventuras en los diferentes conflictos del mundo, el robo de la maleta o la venta de las biblias.

Quizá si llegamos a los cien años seamos capaces de comprender la verdad de todo esto, porque, en realidad, "quienes sólo aspiran a contar la verdad no merecen ser escuchados"…

¿Hay mayor elogio para la literatura cuya base siempre es la imaginación, incluso en la obra más realista que podamos recordar?

Reseña: Amando Carabias